37 Yo, como mis hermanos, entrego mi cuerpo y mi vida por las leyes
de mis padres, invocando a Dios para que pronto se muestre propicio con
nuestra nación, y que tú con pruebas y azotes llegues a confesar que él es el
único Dios.
38 Que en mí y en mis hermanos se detenga la cólera del
Todopoderoso justamente descargada sobre toda nuestra raza.»